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EL AMOR,
EL DIOS MÁS GRANDE
Por Richard Moss
El miedo es un fenómeno humano Universal, algo
que experimentamos en la mente, en el corazón,
en el cuerpo.
El miedo en la mente toma la forma de duda, duda acerca
de tu capacidad para alcanzar lo que determinada situación
demanda, duda acerca de en qué o en quién
confiar etc., etc...
A nivel del corazón, el miedo toma la forma de
enojo y nos lleva a retirarnos y tomar distancias en
las relaciones.
Todos experimentamos enojo para auto-protegernos. Lo
expresamos de forma pasiva retirando el amor e ignorando
las necesidades de los otros, y de forma activa a través
de la agresión, el ataque, el enjuiciamiento
hacia nosotros y hacia los demás.
La noción más universalmente aceptada
acerca del miedo es la del miedo a nivel del cuerpo,
que tiene que ver con el miedo a la muerte, al sufrimiento
y al dolor.
Básicamente es la sensación de no tener
control sobre tu propio cuerpo, que tu cuerpo te ha
traicionado.
En mucha gente aparece como miedo a envejecer, a perder
no sólo la vitalidad física sino también
la capacidad mental. El miedo a la demencia es muy grande
en nuestra cultura.
El miedo a nivel del cuerpo toma la forma de pánico;
el pánico es una sensación paralizadora
donde el sentimiento te va a desbordar y ese mismo sentimiento
va a disolver tu percepción de vos mismo.
EL MIEDO ES LA MÁS PROFUNDA
DE NUESTRAS EMOCIONES, LA EMOCIÓN FUNDAMENTAL.
ES LA MÁS IMPORTANTE , PARA QUE LA ENCAREMOS
EN FORMA CONSCIENTE.
POR EL PODER QUE TIENE PARA ROBARNOS NUESTRA HUMANIDAD,
NOS HACE CRUELES, NOS DESHUMANIZA, NOS SEPARA DE LA
SENSACIÓN DE PARTICIPAR EN LA VIDA. CUANDO EL
MIEDO NOS TOMA A NIVEL PROFUNDO, NOS SENTIMOS COMPLETAMENTE
SEPARADOS Y AISLADOS.
A pesar que entender intelectualmente el miedo nos ayuda
realmente a acercarnos a él, para entenderlo
profundamente tienes que enfrentártele todos
los días. No simplemente combatirlo, sino convertirte
en su discípulo y permitirle que te enseñe
quién eres tú en realidad. Ahí
es donde llega el coraje.
Debes enfrentarte con el miedo en forma directa.
Hace muchos años, para contarles una anécdota
de mi propia vida, tomé la decisión de
entrar en un cuarto de mi casa y rezar sin parar, buscando
enfrentarme con el miedo de todas las formas que pudiera
recordar, pensar o anticipar.
Hice esta meditación, durante casi tres días,
y al final, salí al porche de mi casa y de repente,
tuve una visión del miedo.
Comprendí que el miedo es uno de los más
grandes entre todos los dioses.
El miedo es un dios al que jamás podrás
derrotar, si lo que intentas es pelear con él
en su mismo nivel, en el nivel del miedo.
De modo que miré al miedo, me puse de rodillas,
apoyé mi frente sobre el piso, me incliné
ante él como cuando te inclinas ante un gran
maestro, y dije –“MIEDO,
TÚ QUE ERES UN GRAN DIOS , SÉ QUE JAMÁS
PODRÉ DERROTARTE, PERO SÉ TAMBIÉN
QUE HAY OTRO DIOS QUE ES MÁS GRANDE AÚN,
Y ES AL QUE YO ME ENTREGO”-.
Si bien no entendía verdaderamente las implicancias
de lo que estaba haciendo, de lo que significaba, entendí
sí, de alguna manera, que ese Dios más
grande, era el PRINCIPIO DEL AMOR. En ese punto, si
bien no había integrado completamente tal comprensión,
tomé la decisión de hacerme íntimo
con el miedo, de mirarlo directamente, porque en un
universo amoroso el miedo es, simplemente, otra relación
más, otro lugar para visitar.
Por supuesto, el miedo es a veces una emoción
abrumadoramente difícil, pero no tiene por qué
dividirte y separarte de ti mismo, del sentido de tu
propio y más profundo ser.
Evolucionar en la conciencia, es ser cada vez menos
una víctima del miedo. En ese momento de mi vida
yo recién comenzaba a desarrollar cierta maestría,
sin embargo había recibido ya una comprensión
del amor como el principio fundante de nuestro universo.
El amor, no tanto como sentimiento humano, sino más
bien como conexión y relación entre todas
las cosas.
EL AMOR ES UN DIOS MÁS
GRANDE QUE EL MIEDO, Y POR ESO, SI UNO ESTÁ PARADO
EN EL AMOR, PUEDE MIRAR AL MIEDO.
EN UN UNIVERSO AMOROSO, EL PRINCIPIO QUE TODO LO GUÍA
ES EL RELACIONARSE.
En cambio, en un universo donde el miedo sea el dios
principal, allí buscaremos evitarlo sedándonos
o disminuyéndonos.
Nos cerramos ante aquellas cosas que nos asustan o nos
perturban profundamente, aunque inevitablemente, en
cierta medida ellas nos alcancen.
En un universo amoroso nos conectamos con el miedo cuando
el miedo está ahí.
No se trata de salir a conquistar el miedo.
Jamás presumo que voy a derrotar al miedo, simplemente
asumo la relación, voy hacia el miedo, estoy
alerta, siento cómo el miedo crece en mi cuerpo,
en la actividad de mi mente, trato de relajarme en el
miedo.
A veces parece más grande que mi centro, pero
mi centro es más grande que el miedo, porque
mi centro está en el lugar que llamo amor, ese
lugar en donde el universo es una gran inteligencia
interconectada.
El miedo quiere que creamos que somos entidades psíquicas
privadas, exclusivas y separadas, pero ésta es
sólo una parte de la verdad. Porque somos también,
y primariamente, una expresión de esa totalidad
vastísima.
Cuando tenemos miedo, nuestros miedos parecen tan concretos
que creemos que esa persona asustada es quien en verdad
somos.
A la inversa, cuando tendemos la mano para tomarla del
amor, el movimiento hacia nuestro SER REAL , parece
mucho menos concreto. ÉSE ES UN MOVIMIENTO EN
LA FE.
No hay ninguna evidencia obvia que esto ocurra, a medida
que la Fe crece, el miedo se transforma en una fuerza
cada vez menos controladora de nuestras vidas, en tanto
que la dicha se va transformando en una fuerza mucho
más natural.
Cuando te extiendes para alcanzar ese misterio profundo
llamado amor, Totalidad, o la Fuente, o El Ser, como
aquella raíz de donde emerge toda la experiencia,
el movimiento no puede medirse científicamente,
y sólo es racional en el sentido de que la consecuencia
de no tener dicha relación, es un vivir continuamente
como víctima del miedo, huyendo siempre del miedo
hacia alguna seguridad o felicidad imaginaria.
Aún cuando estemos tomados de la mano del amor,
la fuerza de voluntad es necesaria, para poder encarar
al miedo.
Vi la película de Steven Spielberg ¨Salvando
al soldado Ryan” y la recreación del ataque
a las playas de Normandía. Pensé en estos
hombres entrenándose durante semanas. Con bravura,
construyendo gradualmente un sentido colectivo de voluntad
y decisión, dándole sentido a ese sacrificio
que iban a realizar.
Pero imagínate estando en esos botes, viajando
en la oscuridad. Luego subiendo a las lanchas de desembarco
y llegando a esas playas. No hay forma de escapar al
miedo en una situación como esa.
El coraje para enfrentar los sentimientos requiere de
la fuerza de voluntad, requiere de la habilidad de quebrar
el ciclo de la víctima, de la impotencia. Requiere
de la capacidad para decir: ¨Tal vez muera, no tengo
poder para impedir eso, me entregué a mi elección
de estar acá, de enfrentar lo que debía
enfrentar, sin saber si saldré victorioso o siquiera
si sobreviviré...
Esta clase de fuerza de voluntad viene de nuestro sentido
de significado.
El coraje real viene del sentido de estar participando
de algo más grande que Yo mismo. La voluntad
se genera cuando me doy cuenta de que no estoy solo.
YO CON OTROS DEFIENDO LOS DERECHOS
HUMANOS, O YO CON OTROS HAGO FRENTE A LA INJUSTICIA.
Es algo que viene de nuestros instintos más profundos,
acerca de lo que es la verdad, esa relación y
esa conexión.
Son más verdaderas que la dominación o
la disminución del otro.
¿QUIÉN SOY? ¿QUÉ SOY? ¿ADÓNDE
VOY? ¿POR QUÉ ESTOY EN ESTE MUNDO?.
El acto fundamental de una persona libre es la habilidad
de hacerse este tipo de preguntas.
Las escrituras espirituales enseñan acerca de
la compasión, de la naturaleza temporaria de
nuestras vidas y el legado que podemos dejar, si permitimos
que Dios crezca cada vez más en nuestros corazones,
siendo cada vez más capaces de amar y más
y más capaces de tener intimidad en las relaciones,
será la señal de una libertad real.
Desde ese lugar en nosotros mismos, extraeremos la voluntad
de erguirnos frente al miedo.
En este sentido, la comunidad es esencial para que crezca
ese coraje que nos permite encontrarnos con el miedo.
Recuerda que el legado de tu vida tiene que ver con
cuánto Dios haces en tu corazón, que debes
afirmarte y demostrar tu FE dentro de la comunidad.
El compartir crea una energía colectiva, mucho
más grande que la energía que cualquier
individuo pueda procurarse solo.
Ahora bien, si te identificas demasiado con esa comunidad,
entonces en cierta medida, la comunidad se transformará
en un refugio para escapar del miedo.
Si perteneces a un culto religioso, o a un culto que
se siente a sí mismo como una élite, eso
desalentará la posibilidad de una relación
respetuosa con toda la gente, de este modo dicha comunidad
se transformará en una organización de
apoyo mutuo, esas son comunidades de miedo, no son comunidades
de Amor, y definitivamente no son comunidades del espíritu.
LAS COMUNIDADES DEL AMOR, INTRÍNSECAMENTE,
SON LAS QUE VAN MÁS ALLÁ DE LAS RELACIONES
HUMANAS.
Hay algunas comunidades que se relacionan con la Tierra,
que se interesan por el bienestar de las futuras generaciones
de seres humanos y demás criaturas. Son comunidades
en donde el interés personal, está en
constante equilibrio con la compasión por el
bien de todo.
Richard Moss
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