Por Roberto Solari y Jorge Solari
La interpretación simbólica de los sueños y de las obras de arte en cualquiera de sus formas (novelas, pinturas, películas, etc.), puede ayudarnos a desarrollar nuestra personalidad hacia la conciencia y la integración. Un crecimiento que resulte en un equilibrio de cuerpo, mente y sentimientos por medio de una forma más profunda de observarnos y observar nuestra vida, la existencia.
La historia de J.R.R. Tolkien: “El Señor de los Anillos”, más allá de ser una monumental obra literaria que ha sido magistralmente adaptada al cine, posee innumerables mensajes que hablan de nuestra esencia como seres humanos.
Intentaremos aquí observar qué producen en nosotros algunos aspectos de la historia usando como referencia principal la saga cinematográfica (consideraremos a las tres películas como tres partes de una sola). Para tal propósito interpretaremos la película como si fueran imágenes que nuestra psiquis ha producido durante un sueño. Es decir, una vez vista, la película es un sueño que cada uno de nosotros ha soñado.
Así como en ciertos enfoques de interpretaciones psicológicas se considera a cada uno de los aspectos y personajes del sueño como una parte de nuestra propia psiquis individual, utilizaremos este método para intentar comprender algunos de los mensajes que esta obra puede tener para nuestra vida. Es decir, considerar que cada uno de los personajes representa una parte de nuestra psiquis.
El Anillo
La historia se centra alrededor de un anillo: quien lo posea tendrá la capacidad para dominar toda la Tierra Media, territorio donde conviven Humanos, Elfos, Hobbits, Orcos y Magos entre otras especies. El anillo llega a manos de un hobbit, Frodo. El mago Gandalf le advierte: el anillo está al servicio del poder por el poder mismo, y por lo tanto, del mal. Frodo se hace entonces responsable de llevar el anillo a su destrucción. Para ayudarlo a Frodo en su misión surge la comunidad del anillo, compuesta por representantes de las razas libres de la Tierra Media: hobbits, magos, elfos y humanos.
El anillo puede representar el ansia de poder surgida de las profundidades de nuestra psiquis. Resalta la importancia de que nos hagamos conscientes de esa tentación constante y el efecto destructivo que puede tener en nuestras vidas el ser poseído por ella ya que nos aleja más y más de la posibilidad de dar y recibir amor. En la mayoría de nosotros esas ansias toman la forma de un constante resentimiento y sensación de angustia por nuestra impotencia en la vida diaria, consecuencia de no aceptar nuestras limitaciones. Queremos el poder para cambiar nuestras circunstancias, los otros y nosotros mismos más allá de lo que es posible e, incluso, aconsejable.
Es interesante que el anillo haga a su portador invisible. Esto parece indicar la pérdida de la condición humana de tal persona, al punto que no puede ser visto por los demás. Helen Luke comenta que el hecho de que el anillo pueda ser usado por una sola persona a la vez puede tener la interpretación de que cada uno debe responsabilizarse por sus actos.
Otro aspecto notable del anillo es que cuanto más poderosa es la persona, por bondadosa que sea o maravillosas que sean sus intenciones, más peligroso es que lo use. Así vemos cómo, en momentos en que el resultado de la lucha entre las fuerzas del bien y el mal es todavía incierto, personajes poderosos como el mago Gandalf, Aragorn y la elfa Galadriel se niegan a usarlo. También observamos cómo el humano Boromir, integrante de la comunidad que debe ayudar a Frodo a completar su misión, intenta robar el anillo al ceder a sus lealtades limitadas, salvar su patria, el Reino de Gondor. Boromir cede también a su arrogancia: cree que el anillo no lo va a poseer.
Boromir logra tener conciencia de que las ansias de poder se habían apoderado de él cuando intenta robarle el anillo a Frodo y muere honorablemente luchando contra cientos de orcos, protegiendo la vida de los hobbits que acompañan a Frodo, Merry y Pippin. Aragorn lo encuentra aún vivo y Boromir confiesa su fracaso en el intento de resistir a la tentación del anillo. Aragorn lo besa en su frente y antes de que Boromir muera le dice que pocos han logrado una victoria como la suya.
La caída de Boromir en la tentación del anillo, y su posterior redención en una muerte gloriosa, nos puede indicar la necesidad de estar siempre alerta a las racionalizaciones que presenta nuestra mente para que no cumplamos compromisos que hemos asumido libremente. También nos indica que los costos de una redención a último momento, si bien posible y válida, pueden ser muy elevados.
Gandalf le encarga la misión a Frodo. Confía en que el Hobbit será capaz de llevar el anillo hasta el lugar donde debe ser destruido sin caer en la tentación de ponérselo para adquirir la suma del poder. Los Hobbits son una raza cuya característica es la simpleza y la bonhomía de su carácter, sin más ambición que llevar una vida simple, larga y alegre entre los suyos. Es esa idiosincrasia la que protege a Frodo, hasta un punto, porque incluso él cae en la tentación ya a punto de destruir el anillo en el fuego.
Es decir que nadie esta exento de caer en la tentación del ansia de poder. Del más elevado al más humilde, con los pensamientos e ideas más nobles, se puede caer, consciente o inconscientemente, en las garras de la ambición de poder. El anillo (tentación de poder) y el miedo (terror) marchan de la mano y son destructivos de todo lo que es más bello en la naturaleza y la humanidad, por sobre todo: el amor.
Notablemente, el arma fundamental de los más poderosos aliados de Sauron, los Reyes Espectros, es infundir el terror en sus enemigos humanos. Todo esto subraya la necesidad de estar siempre alerta al surgimiento de estas emociones (el miedo, el terror, las ansias de poder) en nuestro interior para poder reconocerlas, observarlas y prevenir que dominen nuestra vida.
La Misión
Frodo, que como todo Hobbit llevaba una vida sin complicaciones, ha aceptado la misión por respeto y lealtad a Gandalf. Pero es importante que tamaña misión sea aceptada por sí mismo. Esto ocurre en Rivendel, cuando se forma la comunidad del anillo. Allí Frodo acepta sin especulaciones su misión. Símbolo de este reconocimiento interno es el Chaleco de Mitril que Frodo lleva debajo de sus ropas. El chaleco protege a Frodo de las heridas que le pueden causar espadas, flechas y golpes, pero no de los grandes ataques, ni de toda catástrofe.
Coincidimos con Helen Luke: cuando ella comenta que el chaleco puede representar que al hacernos responsables de la dirección de nuestra vida en armonía con nuestro interior, quedamos protegidos de todas las desazones y problemas de la vida ordinaria. Por ejemplo, ya no son muy importantes los rechazos reales o imaginados de los que nos rodean, las desilusiones o los fracasos profesionales, etc. Sin embargo al hacernos responsables de nuestra vida no quedamos protegidos de los grandes golpes que el devenir de la vida nos pueda deparar.
La Lealtad
Quien no lleva chaleco en la misión es el fiel amigo de Frodo, Sam. La característica principal de Sam es la lealtad y devoción absoluta. Sam está con Frodo por todo el camino porque así se lo dice su Maestro (Gandalf) y porque Frodo es su líder. Nada desvía del camino a Sam en su propósito de defender a Frodo y éste resulta un factor fundamental, sin el cual Frodo difícilmente hubiera podido completar su misión. En cambio a lo largo de la historia vemos que los personajes que caen bajo las garras del poder, orcos, Saruman, Gollum, sólo respetan el miedo y están dispuestos a la traición en cualquier momento. Incluso el honorable Boromir cae bajo las garras del poder y el miedo (en el caso de Boromir el miedo a la destrucción de su reino).
La devoción de Sam también implica que si, por designios del destino, Sam cayera en poder del anillo, la devoción y lealtad de Sam hacia Sauron (la personificación de la maldad) también sería absoluta.
La entrega y la devoción a una causa tienen la energía suficiente para llevarnos al final del camino (nuestro camino), pero es fundamental que discernamos en quién ponemos nuestra lealtad y nuestra fe. Y el discernimiento sólo se obtiene con el ejercicio de éste. Sam conocía a su amigo Frodo desde antes, había convivido con él y también había recibido la visita del mago Gandalf en muchas ocasiones. Si bien se abrazó a su rol en la causa sin condiciones no se juramentó a la causa de dos desconocidos.
Lo Femenino
Más de una vez Tolkien ha sido acusado de la poca participación e importancia de los personajes femeninos en su obra. Esas acusaciones ignoran el papel central y crucial de las mujeres, y lo femenino, en la saga. Si encontramos más páginas de los personajes masculinos es porque el tema transcurre en torno a luchas y, travesías, el hacer, que es el reino de lo masculino. Pero lo femenino está siempre presente en la saga, y es un factor tan omnipresente como fundamental para el desenlace de la historia.
Existen variadas y significativas referencias en nuestro sueño que nos recuerdan la importancia de integrar nuestros aspectos masculino y femenino. Es interesante que la primera referencia que llama nuestra atención es el caso de dos personajes masculinos: Boromir y Faramir.
Los dos son hijos de Denethor, quien gobierna Gondor, uno de los reinos más importantes de la Tierra Media. Si bien Denethor es el Senescal de Gondor , a los efectos prácticos los Senescales han actuado como reyes durante cientos de años ante la ausencia de los legítimos descendientes del linaje de los reyes, que está representado ahora en Aragorn.
Boromir es el hermano mayor y el guerrero más determinado de los dos. Faramir tiene una naturaleza más sensible y con mejor entendimiento del corazón humano. A Boromir sólo le interesan las cuestiones militares mientras que Faramir, que es también un gran luchador, no goza de la guerra como un fin en sí mismo y posee intereses artísticos y espirituales. Si bien no había rivalidad entre los dos, Boromir goza de una gran preferencia por parte de su padre. Como ya vimos, ni el juramento sagrado hecho en Rivendel a la comunidad del anillo impide que el valiente y combativo Boromir traicione y se traicione cediendo a su ambición de querer poseer el anillo, codicia enmascarada en el noble deseo de proteger a su reino.
Por otra parte Faramir, a quien no ata ningún juramento, al encontrarse con Frodo y darse cuenta del significado del anillo que porta, no intenta sacárselo. Faramir tiene la sabiduría de seguir su intuición, y permite que Frodo continúe su camino hacia Mordor (a pesar de que su reino está en peligro de ser destruido). Adicionalmente, Faramir también descubre a Gollum en un lugar prohibido y está obligado por ley a matarlo bajo pena de muerte para él, como capitán, si no cumplimenta la ley. Pero Faramir escucha a su intuición (lo femenino), y acepta los ruegos de Frodo (Gollum es el único que sabe el camino hacia Mordor donde Frodo debe destruir el anillo) y le permite que Gollum permanezca bajo su custodia.
Vemos entonces que no basta sólo con la capacidad de lucha, combate y liderazgo de Boromir para enfrentar - combatir el mal. Se requiere también de otros aspectos: la intuición, la sensibilidad, cualidades femeninas que Faramir supo cultivar. Es esa integración dentro de Faramir, porque él también es un gran luchador, la que le permite tener el discernimiento para asumir el riesgo personal de muerte, esa sensación de aniquilación con la que nos mantenemos prisioneros. Y el optar por el bien mayor, el único que puede darnos la joya más preciada: la libertad de ser lo que realmente somos.
La reconciliación de los opuestos dentro de cada uno de nosotros es fundamental para realizar la armonía necesaria. Los hombres deben, en general, desarrollar su femenino y las mujeres su masculino. Esto es algo tan primordial como sutil porque la integración implica la búsqueda del equilibrio. No parece que puedan corregirse muchos de los problemas actuales del mundo con mujeres masculinas u hombres afeminados. Nada más importante entonces que la reconciliación de los opuestos, tanto en la sociedad como en el interior de cada uno de nosotros.
Otro ejemplo que encontramos de la importancia de lo femenino para integrar y transformar las oscuridades y sombras de nuestra psiquis es el de Eowyn.
Eowyn es la sobrina de Theoden, el rey de Rohan, quien la crió desde chica. Dos aspectos de Eowyn son ilustrativos de las virtudes que iluminan el camino: el enamoramiento “idealizado” que siente por Aragorn y termina transformando en un amor real por Faramir, y su papel en el campo de batalla defendiendo su reino y, sobre todo, su familia.
En el transcurso de los acontecimientos de la historia Eowyn conoce a Aragorn. Ella lo ve caballero, rey, lleno de fuerza y vitalidad (todas las cosas que ella desea para sí misma) y se siente enamorada de él. Lo que le ocurre a Eowyn es algo muy habitual en las relaciones de pareja: creemos enamorarnos de la persona que posee atributos deseados por nosotros cuando en realidad estamos intentando establecer un contacto, un matrimonio, con esos mismos aspectos dentro nuestro. O sea: la mujer tiende a proyectar su masculino interior (Animus) en un hombre exterior, y el hombre su femenino interior (Anima) en una mujer exterior.
Eowyn ansía y desea relacionarse con lo que Jung llamaría su Animus, arquetipo dentro de ella que representa sus aspectos masculinos. Luego, cuando Eowyn entra en la batalla y pelea ferozmente contra monstruos y figuras malignas para defender a su tío, ella logra manifestar e integrar esos aspectos masculinos. Consecuencia de esta integración es que posterior a la batalla Eowyn advierte que hay otro hombre al que se siente cercana y atraída: Faramir, un caballero que también ha recorrido un camino de integración de sus aspectos masculinos y femeninos dentro de él.
Con el matrimonio de Eowyn y Faramir somos testigos del encuentro amoroso más extraordinario en la saga. Su relación sintetiza la posibilidad de una integración interna que abre la posibilidad a un encuentro verdadero, con el real ser humano que tienen frente a sí.
El otro aspecto de Eowyn que queremos subrayar tal vez ayude a aclarar a qué debemos recurrir cuando nos enfrentamos con el terror en nuestras vidas.
Eowyn, por su condición de mujer, es dejada detrás durante el transcurso de una de las batallas donde se determina si los territorios libres quedarán o no en poder de Sauron. Eowyn resiente esa decisión, se disfraza de varón y cabalga hacia la batalla junto con Merry, uno de los hobbits que también ha sido dejado de lado (por su pequeño tamaño).
En la batalla, Eowyn cabalga cerca del rey, su tío, atenta y dispuesta pero sin entablar lucha o combate con las fuerzas enemigas. Ella no desenvaina su espada hasta que advierte que Theoden cae al suelo, quedando su cuerpo debajo de su caballo, a la merced del Rey Espectro. Éste llega montando en uno de los terribles monstruos mezcla de serpiente alada y dragón. Eowyn, más allá del terror que siente, se interpone entre éste y el cuerpo de su tío, dispuesta a impedir que la bestia lo devore.
La bestia ataca a Eowyn, ella no retrocede y con un solo golpe de su espada la decapita. El Rey Espectro también ataca y logra derribar a Eowyn, que queda en el suelo a su merced. Pero el hobbit Merry ataca al Rey Espectro, permitiendo que Eowyn se recupere e introduzca su espada dentro de la “cara” del rey que, como consecuencia de ese golpe, desaparece, demostrando su característica fantasmal. El Rey Espectro no tiene corporeidad, no tiene corazón y al ser herido en la cabeza se desvanece en la nada a la que pertenece.
Resulta revelador que Eowyn sea capaz por sí sola, con la sola ayuda de Merry, de derrotar a fuerzas tan malignas como poderosas, a las que incluso el Gandalf transfigurado no había logrado derrotar (antes del enfrentamiento con Eowyn, Gandalf enfrenta al Rey Espectro impidiéndole la entrada a la ciudad pero sin poder destruirlo ).
Al entrar Eowyn y Merry en la batalla, podemos decir que es nuestro femenino, junto con una parte pequeña nuestra, los que entran en la lucha. Una vez allí en la batalla Eowyn no combate, y permanece cerca de su tío, tal vez llevada por el instinto femenino de no destruir. Ella no desenvaina su espada hasta que el Rey espectro ataca a Theoden. Allí el femenino impulsado por un amor personal, a una persona, no a una idea o un ideal, entra en lucha con la fuerza más poderosa del enemigo. Primero muere la bestia, representante de los más arcaicos instintos agresivos. Luego el Rey ataca, es herido en la pierna por el Hobbit (esa pequeña parte nuestra que tendemos a descontar) e inmediatamente el representante del Terror, que no puede ser destruido por ningún hombre (léase acción masculina), es destruido por la mujer (acción de lo femenino).
Advertimos que el Rey Espectro ataca con una enorme masa que, a diferencia de la espada, es un arma de destrucción que no discrimina, que no puede dirigirse con precisión, es simplemente el poder del pánico irracional, que destroza todo sin discernimiento.Esto puede hacernos conscientes de que el poder de los espectros, figuras que crean enorme miedo, desesperación y representan el Terror interior dentro de nosotros, no puede ser enfrentado/as por la fuerza, por la acción masculina. Para vencerlas debemos contar con el amor nutriente encarnado y personal que surge de lo femenino, secundado por esa parte pequeña nuestra en la que residen valores simples y sutiles que ignoramos porque tienden a ser totalmente descontados en el mundo actual.
Femeninos Poderosos
Otros ejemplos de femeninos significativos en la historia y nuestro sueño son Galadriel, Arwen y Shelob.
Galadriel es la Elfa más sabia y bella en toda la Tierra Media. Muestra de su sabiduría es que, como Gandalf y Aragorn, rechaza el poder del anillo cuando la oportunidad de poseerlo se le presenta al pasar Frodo y la comunidad del anillo por su territorio en camino a Mordor. Frodo le ofrece el anillo y ella, en un momento de tentación considera la posibilidad de poseerlo. Por unos instantes se ve más vasta, más bella, más poderosa, con una capacidad infinita para vencer al mal. Pero Galadriel no sucumbe a la tentación del poder, renuncia a la grandiosidad, acepta su futura disminución - declinación y logra volver a sus cabales aceptando su condición y sus limitaciones. Ella se da cuenta que nada bueno puede surgir de poseer el anillo. En su caso la sabiduría le permite observarse sin actuar ni identificarse con lo que le ocurre.
Antes de despedirse de la partida de Frodo y la comunidad, Galadriel entrega a cada miembro un presente. Frodo recibe una luz muy particular (el cristal denominado “Phial”). Ya avanzado en su travesía, Gollum engaña a Frodo y a Sam y los hace pasar por la cueva donde se esconde la araña gigante “Shelob”, que los ataca. Frodo se defiende con la luz proveída por Galadriel, que aterroriza a Shelob y les permite ganar el tiempo suficiente para que Sam no sea capturado por la araña. Pero la luz no logra impedir que Shelob capture y paralice a Frodo. Éste evita su fatal destino gracias al coraje y lealtad sin límites de Sam, que utilizando la luz proveída por Galadriel, lucha con Shelob y logra herirla gravemente, obligándola a retirarse a las profundidades de su caverna.
La luz que Galadriel obsequia a Frodo representa la capacidad de discernimiento dentro de nosotros. Tanto para rechazar las falsas promesas del poder como para iluminarnos en momentos de oscuridad al enfrentarnos al terror. Pero el discernimiento, condición vital para enfrentarnos con las energías más terroríficas que habitan nuestro inconsciente, no es suficiente por sí solo para derrotar al terror. Frodo es salvado porque además del discernimiento cuenta con la lealtad y el amor devoto, en este caso personificado por Sam.
Shelob, esa entidad monstruosa cuya única finalidad es atacar y devorar, es una impactante representación de la Madre Terrible, devoradora. Esa energía que vive en las profundidades de nuestro inconsciente, amenaza constante a nuestra capacidad para ser seres individuales. Es la tentación de una falsa paz paralizante, que nos aísla de nuestros sentimientos y emociones para evitar el dolor y de esta manera logra abortar nuestro camino hacia la libertad, la responsabilidad y el amor.
Por último encontramos a Arwen, otra Elfo mujer, que renuncia a vivir eternamente la inmortalidad y existencia en un lugar bellísimo eternamente (Los Santuarios grises), no sólo por su amor, sino para dar lugar a la creación de una nueva vida (su decisión se produce cuando ve que como resultado de ella resultará un hijo).
Arwen es la hija de Elrond, el Rey de los elfos de Rivendel. La hermosísima Arwen y el radiante Aragorn se enamoran en el transcurso de la historia. Los dos saben que ella dejará su familia detrás y su inmortalidad si deciden casarse y vivir juntos. Arwen toma la decisión e intercede para que Frodo ocupe - tome su lugar en el barco que lleva a los Santuarios Grises a aquellos que ya no pertenecen a la Tierra Media.
Las acciones de Arwen son otro ejemplo de humildad, de un femenino encarnado, dispuesto a renunciar a su propia inmortalidad por un amor personal y humano, y por la creación de una nueva vida: (recordemos el momento en que ella se detiene en su travesía hacia los Santuarios Grises al ver la imagen de su futuro hijo corriendo por el bosque).
La Compasión
Dos episodios interesantes en la historia son los actos de compasión que reciben los despreciables personajes de Gollum y Grima Wormtongue (“Grima”) y las impensadas consecuencias de estos actos (colaboran en la consecución del objetivo de destruir el anillo.)
Grima, consejero del rey Theoden, se convierte en un agente de Saruman y traiciona a su rey. Pero Gandalf logra exorcizar el poder de Saruman sobre el rey y las verdaderas intenciones de Grima quedan expuestas. A pesar de los pedidos de muerte en su contra, Grima es perdonado y termina prisionero junto a Saruman. Es ahí donde Grima ataca con el Palantir a Gandalf y los suyos, logrando que éstos se hagan del mismo. Ello, aunado al error de Merry, que mira a través del Palantir, provoca confusión en Sauron, distrayendo su atención de la ruta por la que se acerca Frodo.
Gollum es el producto de la degeneración que sufrió un hobbit llamado Smeagol. Éste había asesinado a un amigo para obtener el anillo y se esconde con él en una caverna por 500 años, después de los cuales emerge una criatura conocida como Gollum, sólo interesada en recuperar el anillo que pierde en manos de otro hobbit, Bilbo. En el transcurso de sus peripecias y traiciones para recuperar el anillo, Gollum no es eliminado en al menos dos o tres ocasiones: primero por Gandalf, sobre la base de que en los misterios de la existencia debe haber alguna razón para que él exista, luego por Frodo siguiendo las enseñanzas de Gandalf y por último por Sam, ya casi con Frodo en la cima de la montaña, por la lástima que Gollum le causa. Gracias a estos actos de misericordia el anillo es destruido, ya que cuando Frodo en el último momento es poseído por el anillo, es Gollum el que llevado por la codicia, la desesperación y por último la ciega celebración, provoca la destrucción final del anillo.
Estos hechos fortuitos, más bien representaciones de aquello a lo que Jung se refería como sincronicidad, nos indican que tengamos mucho cuidado con lo que despreciamos en nosotros, por pequeño, repugnante o malvado que sea. Ese desprecio puede llevarnos a escindir de nuestra conciencia partes nuestras, que podrán resultar útiles en momentos impredecibles para nuestras mentes.
Podemos considerar que así como Grima y Gollum resultan muy útiles para Frodo y la consecución de su objetivo, en nuestra propia sombra (en el inconsciente) hay mucho que puede servirnos en el proceso de nuestra integración interior.
Los Fantasmas
En su batalla contra el mal Aragorn recibe la ayuda de los fantasmas del Paso de los Muertos. Estos viven el castigo de una vida sin vida eternamente porque faltaron al compromiso contraído con Isildur. Sólo pueden adquirir la paz de dejar de estar atados a esa eterna muerte en vida cuando cumplan su promesa luchando por Aragorn (el heredero de Isildur).
El destino de los fantasmas nos hace recordar la carga que llevamos por siempre en nuestra psiquis por los compromisos a los que hemos faltado y las promesas que hemos incumplido. Aunque no estemos conscientes de ello, son una pesada carga que disminuye nuestra energía y vitalidad. En la vida diaria, la liberación no surge por rescatar todo el pasado. La liberación surge de empezar a cumplir nuestro compromiso con el nuevo Rey: el Ser, en nuestra psiquis, en lugar de escuchar todos los infantiles reclamos de las partes no desarrolladas de nuestra Psiquis. Es decir, hacernos conscientes de los compromisos que no hemos cumplido, no para evitar la culpa, sino para dejar de repetir el mismo tipo de acciones en el presente. Eso es suficiente para liberarnos de la carga del pasado.
Transformación,
Transfiguración, Transmutación
Los alquimistas buscaban la transmutación del metal innoble: plomo, en metal noble: oro. Algunos eran conscientes de que ello era una metáfora para la transformación del ser humano.
A lo largo de la historia, que cronológicamente no es larga, observamos procesos de cambio importantes en muchos de los protagonistas. Podemos seguir viendo a estos personajes como partes nuestras que, en este sueño que estamos teniendo, cambian radicalmente y se nos presentan disponibles para colaborar en nuestro proceso de integración como seres humanos.
Gandalf
Gandalf es un mago antiquísimo, enviado a la Tierra Media para oponerse a las fuerzas de Sauron. Enterado de la existencia del anillo, colabora con Frodo y es instrumental en la formación de la comunidad del anillo. Pero el mago Saruman, antiguo jefe de Gandalf, es corrompido por sus deseos de poder. Saruman le sugiere a Gandalf que unan fuerzas con Sauron o que intenten obtener el anillo para ellos. Gandalf se niega y es tomado prisionero y recluido en la torre de Orthanc. Un águila rescata a Gandalf de la torre. Una vez liberado, Gandalf, para proteger a la comunidad del anillo, se enfrenta al Balrog, monstruo ancestral que habita las profundidades e incluso aterroriza a las huestes de Sauron. El Balrog arrastra a las profundidades del abismo a Gandalf, quien parece ser devorado por la oscuridad, fuera de todo tiempo y espacio. Después del enfrentamiento con el Balrog, Gandalf vuelve transfigurado, radiante: es Gandalf el Blanco. Su enfrentamiento con el Balrog le ha dado más autoridad y poder. Pero ya es un ser más impersonal y su paso por la Tierra Media concluye al ser derrotado Sauron.
La transformación de Gandalf después del encuentro con el Balrog es uno de los puntos clave de la saga. La película es ambigua acerca de si Gandalf pasa por una experiencia de muerte o no. Lo que es cierto es que encontramos un Gandalf radiante y transfigurado, y que del Balrog, tal vez el lado oscuro de Gandalf, no volvemos a escuchar más. Es tentador ver otro ejemplo de la reconciliación de los opuestos dentro de nuestra psiquis. Del enfrentamiento entre una energía y sabiduría al servicio del bien y la protección de los más débiles (Gandalf el Gris) con la energía de la más profunda oscuridad dedicada a la destrucción por la destrucción misma (el Balrog), surge una nueva y más poderosa y eficiente energía al servicio del bien y los más débiles: Gandalf el Blanco (tal vez más correctamente: Gandalf el Radiante).
La interpretación del carácter arquetípico de Gandalf, es decir: un aspecto de nuestra psiquis, puede encontrarse reforzado por un comentario de Tolkien: cuando le preguntaron qué representaba Gandalf, comentó que lo único que podía imaginarse era un Ángel encarnado.
Adicionalmente Gandalf, como una parte más de nuestra psiquis que se expresa en este sueño, nos recuerda que para derrotar al terror dentro de nosotros es indispensable convocar al amor, ya que la sabiduría es una condición necesaria pero no suficiente. Esto queda muy claro, si bien Gandalf ha podido enfrentarse exitosamente con el poderoso “lado oscuro de la Fuerza” en su aspecto más arcaico y primitivo (el Balrog), no logra derrotar al Rey Espectro. Lo que sí logra Gandalf el Blanco, ya habiendo integrado al Balrog, es impedir que el Rey Espectro y su monstruo entren en la ciudadela, pero no logra derrotar el terror. Ya hemos visto que para derrotar al mal en su forma de máximo terror, se necesita del principio femenino actuado por un ser humano, (Eowyn), llevado por un amor humano hacia un ser humano específico (como en el caso de Eowyn y su tío Theoden).
Aragorn
Aragorn, descendiente directo de Isildur, al comienzo de la historia vive como un jinete solitario, protegiendo a la gente de la Tierra Media. Es criado por el elfo Elrond quien lo hace consciente de su linaje cuando llega a su adultez. Aragorn, a pesar de su valentía y heroísmo, se muestra reticente a asumir la responsabilidad que su linaje le demanda. Es el descubrimiento de la misión de Frodo y la salvación que la destrucción del anillo brindará a toda la Tierra Media, lo que determina que Aragorn se comprometa a dar su vida para ayudar a Frodo. En el transcurso de su entrega se hace cargo de su destino como Rey. Luego de la caída de Sauron, Aragorn es coronado rey de Gondor y Arnor cuyos habitantes conocen la paz y la prosperidad bajo su reinado.
En Aragorn vemos el coraje de alguien dispuesto a asumir su destino. Imaginamos que Aragorn, con humildad, no tiene interés en la pompa, poder y privilegios de la condición de Rey de Gondor. También sospechamos - imaginamos un miedo inconsciente a caer en la tentación de Isildur, las ansias de poder que todo lo destruye, y una falta de confianza en sí mismo, en lo que él realmente es. En definitiva esa modestia no es útil a la gente de la Tierra Media, a su gente. Pero Aragorn, asume su destino y su responsabilidad a lo largo de esta saga.
Es interesante notar que ello sucede aproximadamente en la mitad de su vida. En la crisis del medio de nuestra vida está la gran oportunidad de transformación. Por supuesto esto no es una regla exacta, ya que, como comenta Helen Luke, esto parece estar sucediendo cada vez más temprano en mucha gente.
A medida que avanza la travesía Aragorn empieza a revelarse a la gente en todo su esplendor. Lo que configura su transfiguración. En la parte de nuestro sueño que Aragorn manifiesta, intuimos que él aparece para hacernos conscientes de lo que ocurre si somos capaces de hacernos cargo de nuestra vida. La posibilidad de transfiguración e integración que tenemos latente si abandonamos el miedo al miedo, y estamos dispuestos a discernir, con los ojos abiertos, momento a momento, el curso de nuestras vidas. No es una cuestión de perder el miedo (al dolor, al sufrimiento, a lo que pueda ocurrirnos) sino de permitir la posibilidad de relacionarnos con éste, de aceptarlo como una parte nuestra.
El miedo toma múltiples formas. En el caso de Aragorn puede ser que el miedo, disfrazado de modestia, le hace resistirse a tomar la responsabilidad de aceptar su destino. Aragorn no le teme a la muerte, ni a Sauron, ¿Puede ser que le tema a lo que le puede hacer a su personalidad ser Rey? Tal vez sólo deban ser reyes los que en lugar de ambicionarlo, lo acepten como un destino no buscado pero inevitable.
La coronación de Aragorn marca también el momento del cambio en nuestra psiquis. El Rey anterior: Denethor (el ego no integrado), ha ido en su ambición más allá de sus posibilidades, usurpando un lugar que no le corresponde, y es reemplazado por su hijo Faramir (el ego integrado) que acepta con lealtad y amor la preeminencia del Rey natural, Aragorn (el Ser).
La derrota de Sauron y la coronación del nuevo Rey: el Ser, marcan el nacimiento de una nueva era. Llega el tiempo de los hombres, por lo que los elementos mágicos (Elfos, Orcos, Reyes Espectros, Entes, Magos, etc.) abandonan la Tierra Media, señal inequívoca de la integración del consciente y el inconsciente en nuestra Psiquis.
Frodo
La transformación de Frodo es gradual. Primero, consciente de la naturaleza maligna del anillo, decide alejarse de su tierra, el Shire, para protegerla. Luego, en Rivendel, se hace cargo de su destino y decide por cuenta propia llevar el anillo hasta su destrucción, y por último, siguiendo su intuición, toma la determinación de seguir, de continuar la travesía en soledad para proteger a sus compañeros y amigos al advertir la capacidad corruptora del anillo.
Si bien el razonamiento para seguir la travesía solo es el peligro de que el anillo tiente a otros compañeros, como lo hizo con Boromir, en realidad vemos en la saga que el resto de los compañeros está en condiciones de resistir la tentación del anillo. De tal manera, el razonamiento posterior a la intuición parece contradecir a ésta: el que Frodo siga solo, excepto por el leal Sam, parece asignarle una menor probabilidad de éxito a la misión. Sin embargo, la intuición de Frodo resulta fundamental, ya que los miembros de la comunidad distraen a Sauron y permiten que Frodo lleve el anillo hasta el monte Doom sin que el mal lo advierta.
En nuestro proceso de transformación, al hacernos responsables de nuestras vidas, nos hacemos capaces de consagrarnos a escuchar nuestra voz interior, y tomar decisiones momento a momento, a decidir instante a instante nuestra vida. Estas decisiones, elecciones, nos parecerán a veces contradictorias o equivocadas sólo si las vemos desde los patrones de conducta y condicionamientos desde los cuales hemos vivido. Pero para vivir así debemos consagrarnos al misterio y abandonar todo deseo de control y certidumbre sobre la consecuencia de nuestras decisiones.
Frodo acepta su destino, y se convierte en un ser que ya no podrá ser más un hobbit. Es el sacrificio que tiene que realizar para cumplir su misión y transformarse en sí mismo. En gran parte gracias a ese sacrificio su amado Shire, y toda la Tierra Media, han quedado a salvo de la árida destrucción del mal. Como Moisés, ha llevado a su gente a la Tierra Prometida (el Shire tal cual era). Pero Frodo ya no es un hobbit, no puede vivir en ella. Es la tristeza de la partida, la última mirada atrás. Hacia delante está el compartir, por siempre jamás, los paradisíacos Santuarios Grises con su venerado Gandalf y con sus amados Elfos. Él también, como Gandalf, es ahora un ser más impersonal.
De otra forma Khalil Gibran en su poema “El Profeta” nos recuerda que junto con el tremendo goce de éste por su partida hacia la tierra de su nacimiento y el reencuentro con su gente (se trata del reencuentro con nosotros mismos y la capacidad de ser auténticos de ahora en más) él también siente tristeza por lo que deja detrás:
¿Cómo podría irme en paz y sin tristeza?
No, no dejaré esta ciudad sin una herida en mi espíritu.
Demasiados fragmentos de mi espíritu he desparramado en estas calles,
y demasiados niños de mi entrañable anhelo caminan desnudos por éstas colinas
para que pueda irme sin pesadumbre y sin dolor.
No son ropajes de los que me desprendo este día,
sino una piel que debo arrancar con mis propias manos.
No es un pensamiento lo que dejo atrás,
sino un corazón hecho dulce por el hambre y por la sed.
Pero no puedo demorarme más. El mar que llama a todas las cosas a sí mismo, me llama y debo embarcarme.
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